lunes, 7 de diciembre de 2009

Rosa María Alfaro - Medios de Comunicación y género

Rosa María Alfaro cuenta en América Latina como una figura destacada en el campo de la comunicación en relación con el desarrollo, mujer y género, ciudadanía y democracia, cultura política, ciudadana y consumo de medios, etc. Esta intervención fue realizada en el Seminario sobre Medios de Comunicación y perspectiva de Género celebrado en Cartagena de Indias (Colombia) en Junio del 2007 organizado por el Instituto de la Mujer.



jueves, 22 de octubre de 2009

Recomendaciones respecto del tratamiento mediático de información


* Fragmento extraído del libro: Género y sexualidades en las tramas del saber. Capítulo 4, Comunicación, genealogías e intervenciones en torno al género y la diversidad sexual. Autora, Silvia Elizalde.



Recomendaciones respecto del tratamiento mediático de información que involucre cuestiones relativas a las identidades y expresiones de géneros y orientaciones sexuales, en sus múltiples cruces con la desigualdad económica y otras distinciones culturales:




1- Cuestionar los estereotipos que el sentido común establece en relación con la desigualdad y las diferencias haciendo visible que las imágenes binarias, construidas a partir de rasgos asignados a mujeres y varones como características constantes, atemporales e a históricas de “lo femenino” y “lo masculino”, se basan en procesos ideológicos. Esto aludo no solo a las imágenes respecto de los géneros sino también a situaciones que involucran lo etario, lo étnico, lo familiar o los roles laborales.
En la medida en que los estereotipos son usados para afirmar la aparente regularidad de una situación, limitan a los sujetos a un espectro restringido de actuaciones, acciones o profesiones que luego se naturalizan como “lo real”. Por ejemplo cuando se restringe las prácticas de colectivos identitarios trans al espectáculo o la prostitución; ocurre algo similar con los estereotipos del gay peluquero o decorador, la lesbiana deportista y el o la afrodescendiente bailarín o bailarina.

2- Evitar los abordajes que plantean “las dos campanas del problema” y ponen en igualdad de posición los prejuicios y enunciados discriminatorios con los no discriminatorios. Este tipo de tratamiento periodístico desconoce que no se pueden considerar, las aseveraciones a favor de la discriminación y exclusión del género y la diversidad sexual y los enunciados antidiscriminatorios como enunciados igualmente válidos y atendibles para la deliberación de una opinión pública democrática. Es frecuente que, como justificación a este enfoque, se recurra a la “teoría de las dos campanas” o al imperativo de una búsqueda de una cobertura mediática lo más “objetiva” y “ecuánime” posible. En el mismo sentido se deben enmarcar los debates con la Iglesia Católica en el plano político (por ejemplo, en relación con la despenalización del aborto), ya que esta institución debe ser considerada como un agente de lobby e intervención en este campo. Los abordajes sobre temas discriminatorios se deben contextualizar siempre en el marco de los debates sobre el acceso a derechos humanos y no presentarlos como meros “intercambios de opiniones”. Tanto la supuesta objetividad como la teoría de las dos campanas sostienen y legitiman ideológicamente la desigualdad de clase, la criminalización y la represión de los individuos y colectivos involucrados.

3- No desconocer ni descuidar aspectos sociales, culturales y políticos más amplios en las coberturas de las historias personales, para evitar las presentaciones naturalizadas de las identidades de género y las orientaciones y prácticas sexuales no normativas, bajo la forma de “perfiles” o de notas de color o “pintorequismo”. Estas naturalizaciones no sólo invisibilizan sino que impiden la discusión colectiva sobre las condiciones en las que estas identidades se producen (pobreza, explotación, persecusión, exclusión).

4- Tratar como prácticas discriminatorias los gestos, epítetos o comentarios burlescos o injuriosos producidos por miembros de la industria del espectáculo, el deporte o por celebridades que suelen justificar sus enunciados excluyentes al considerarlos dentro de sus contextos particulares. Se debe recordar que es parte de la responsabilidad periodística contextualizar las prácticas discriminatorias aunque gocen de popularidad o aceptación por las situaciones en las que son producidas y consideradas como “excepcionales” o incluso “triviales”, cuando en realidad constituyen acciones que deben discutirse en el marco político de sus efectos ideológicos.
(Caso Maradona en conferencia de prensa. Los medios si bien denostaros sus comentarios, no profundizaron en criticar el contenido discriminatorio y peyorativo de sus expresiones que referían a una orientación u acto sexual homosexual como conducta condenable, insultante y descalificante del destinatario de su agresión. ¿Qué impacto tiene esto sobre los imaginarios sociales teniendo en cuenta la popularidad de la figura de este mundialmente conocido jugador de fútbol? ¿Cuántos casos de discriminación se dieron en el mundo del fútbol ante orientaciones sexuales no normativas o cuestiones de índole racial (caso del referí que paró el partido)? ).


5- Considerar las designaciones discriminatorias como tales, señalarlas críticamente contra el carácter extendido y naturalizado de su uso cotidiano.

6- Consultar con los movimientos contra la discriminación y la represión o con los colectivos involucrados cuando se informa sobre historias, experiencias o situaciones relacionadas con personas pertenecientes a esos grupos. La inclusión de estas voces no solo colabora con la riqueza y la complejidad de la información (es habitual que en el periodismo contemporáneo se consideren como “expertos/as” a llos/las activistas de los distintos movimientos políticos) sino que permite situar la creciente supremacía que tienen los agentes de gobierno (ministerios, secretarías de Estado, etc), empresas y corporaciones, en la producción de opinión pública como legitimación de modos de autoridad y hegemonía.

martes, 6 de octubre de 2009

Observatorio de Medios: una mirada crítica a las representaciones en torno al género y las sexualidades

Objetivo:

A partir de la realización de una revisión y análisis de los contenidos que producen los medios de comunicación gráficos (papel prensa y portales en internet) y audiovisuales tanto masivos como alternativos en tornos a las cuestiones de género nos proponemos descubrir de qué modo se construye el discurso informativo/periodístico teniendo en cuenta diversas dimensiones en el análisis y deconstrucción de los sentidos que allí se construyen: estereotipos de género, discriminación, lenguaje sexista, etc.


Metodología:

El corpus estará delimitado por el seguimiento de un tema/noticia a definir por los alumnos que aparezca en la agenda de al menos 2 medios masivos (diarios de tirada nacional en versión digital o papel, noticieros en radio o tv, etc), durante al menos una semana.




Ejes de análisis:

El tema/noticia sobre el cuál se realizará el análisis será elegido por los alumnos/as tomando como parámetro los siguientes ejes:


- Diversidad sexual: ¿cuáles son los sentidos que se construyen en los medios a la hora de hablar de homosexualidad e identidades sexuales?

- Violencia de género: ¿femenicidio o crimen pasional? ¿cómo es presentada la víctima y el victimario?

- Contrastes entre las representaciones en torno al varón y la mujer en el mundo de la economía, las empresas y los negocios.

- Las representaciones en torno a la paternidad y la maternidad

- La sexualidad en los jóvenes argentinos.

- Los estereotipos que aparecen en torno a la masculinidad y femeneidad

- Prostitución, trata de mujeres y niñas

- Derecho al aborto

- Sexualidad y derechos sexuales reproductivos

- Trabajo y reparto del trabajo

- La equidad en la representación ciudadana y política

- Embarazos adolescentes


Se recomienda tener en cuenta para el análisis:

1) ¿Cómo se presenta la noticia? ¿ Cómo se construye sentido en torno a un hecho noticiable?

2) Utilización del lenguaje: ¿Qué es el lenguaje sexista?

3) Estereotipos de género: “lo masculino”, “lo femenino”

4) ¿Cómo se comunica, entre la crítica y el sentido común?

5) La valoración y el contenido de la información: ¿hay una mirada transversal sobre la condición de las mujeres?

6) Modelos de mujer y de familia propuestos

7) ¿Cuál es el rol que se le asigna a la mujer y al varón?

8) ¿Cómo aparecen las relaciones de poder?

9) ¿Cuáles son los significados y significantes que se construyen sobre los/as protagonistas de las noticias?

10) Las fuentes: ¿quién habla? ¿en nombre de quién?

11) La fuerza de la imagen: ¿qué intencionalidad se esconde detrás de la imagen?

12) La titulación: estrategia para “enganchar” al lector

13) Analizar las representaciones en torno a los géneros y las identidades sexuales

14) Como se construyen y reconstruyen las prácticas sociales

15) Cotejar el material seleccionado con el tratamiento informativo que realizaron los portales de medios alternativos (Artemisa Noticias, La Vaca.org, ANRed, la Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh, Indymedia género) ese mismo tema. Detectar regularidades y diferencias.

Programa Seminario Interdisciplinario (Facultad de Periodismo y Comunicación Social)

programa_seminario[1]

lunes, 5 de octubre de 2009

Género, derecho a la comunicación y ejercicio del periodismo




















Sin iniciativa, imposible ampliar los alcances de la comunicación


Esta es una ponencia de la periodista mexicana, residente en Guatemala, Rosalinda Hernández Alarcón presentada en el III Foro Social de las Américas, referido al derecho a la comunicación, el pasado 8 de octubre de 2008 en la Ciudad de Guatemala.

Rosalinda Hernández Alarcón*

Esta ponencia tiene un carácter colectivo porque contiene reflexiones de quienes hoy convocamos a esta actividad y estamos haciendo el llamado a formar la Red por el Derecho a la Comunicación en Guatemala. Contiene dos aspectos: la comunicación como derecho y la construcción de sujetos políticos que lo defiendan.

Otorgar la dimensión de derecho a la comunicación tiene un sentido profundamente democrático, ya que favorece la construcción de ciudadanía. Desde nuestro punto de vista, la comunicación significa interactuar social y políticamente, porque a través de ella es posible diseminar informaciones, compartir saberes y conocimientos, encontrar diferencias y convergencias, articular propuestas de cambio, tomar decisiones más certeras, etc.

Una premisa para ello es tomar en cuenta que los procesos de comunicación son colectivos, de doble vía, para el establecimiento de diálogos; los cuales tienen lugar en todas las relaciones humanas y espacios, atraviesan internamente a las organizaciones sociales, tienen proyección hacia la esfera mediática y por tanto a la opinión pública, de ahí que pueden modificar conductas y generar transformaciones culturales.

En este orden de ideas, es necesario tomar en cuenta que la ideología del modelo prevaleciente ha convertido a mujeres y hombres en consumidores, quitándoles su condición de ciudadanas y ciudadanos. Ello tiene graves repercusiones en el contexto de la comunicación, porque la figura de consumidor trae consigo implícitamente desigualdades en el acceso a la información, al conocimiento y a la libertad de expresión. En otras palabras, si las personas cuentan con dinero entonces tienen oportunidades para informarse, adquirir conocimientos y comunicarse, sin dinero es imposible.

Defender la condición de ciudadana/ciudadano es muy importante porque ello se traduce en respaldar la igualdad, una voz, una opinión, un sujeto de derechos, alguien quien avala el orden establecido o lo critica e incluso reivindica propuestas de cambio, independientemente cuál sea su sexo, su procedencia étnica, su edad o su situación económica. Continuar aceptando la categoría de consumidores significa excluir a la mayoría de la población y mantener privilegios para los sectores con capacidad de compra y de crédito.

Al justificar las exclusiones y desigualdades sociales, el modelo neoliberal alienta una mentalidad de dominados, de subalternos, lo cual se demuestra en algunas encuestas que otorgan un alto nivel de credibilidad a medios tradicionales, a pesar de que éstos ignoran regularmente voces y propuestas de cambio de diferentes conglomerados, a tal grado que desvirtúan la capacidad de protesta y propuesta de algunos movimientos sociales o incluso contribuyen a criminalizarlos. Ello ha permitido que algunos medios masivos impunemente desdibujen o tergiversen fuentes y temas a su antojo, sin señalamientos como entidades que niegan el libre acceso a la información al no hacer visibles determinadas realidades.

Por su parte los públicos inconformes con los contenidos mediáticos dejan de adquirirlos y ya. Y aunque hay actores sociales y políticos que cuestionan la censura y autocensura, falta unificar esfuerzos para exigir la democratización de los medios masivos en los que estén involucrados también los movimientos sociales.

Además, esa ideología de desvalorización de la ciudadanía, de la capacidad de crítica y participación, predomina en las universidades donde se están formando empleados, no periodistas con derechos. De tal manera que llegan a los medios como asalariados sin identidad, con conciencias adormecidas sin compromiso social. De ahí la importancia de argumentar desde los centros de estudios y luego en las mesas de redacción que las y los periodistas son ciudadanos con derechos que tienen una responsabilidad social como multiplicadores de mensajes, no agoreros del consumismo o del poder de la competitividad.

Otra idea errónea que ha calado hasta el tuétano es entender que la libertad de expresión es un derecho de medios y periodistas. Ello ha exacerbado la defensa de la libertad de prensa, en lugar de reivindicar los derechos a la comunicación, asegurando que esa garantía es lo fundamental para garantizar el principio democrático de la libertad de expresión. Así, los empresarios mediáticos unen esfuerzos para protestar por restricciones en materia de prensa, por ataques que minan su credibilidad o por manipulación de la publicidad oficial, pero nunca se cuestionan a sí mismos por sus enfoques sexistas o racistas. Siguen siendo los adalides de la “neutralidad”, aunque está suficientemente demostrado que la producción periodística NO es neutral porque sus contenidos llevan implícito una intencionalidad .

Es preciso dar un sentido más amplio a la comunicación, para reconocerla como una acción que se vincula a otras estrategias sociales, tales como la movilización, la formación política, las negociaciones y las alianzas. Los movimientos sociales podrían potenciar el impacto que pueden tener sus medios de comunicación que se concretan en mantas, marchas, declaraciones, discursos, etc., los que a su vez podrían combinar con el manejo permanente de otros medios. Todo ello les permitiría estar presentes en la opinión pública.

La comunicación como derecho podría alentar a que las expresiones organizadas de la sociedad civil cuenten con estrategias comunicacionales, que busquen alianzas con el propósito de exigir su acceso a los medios masivos y públicos, superando el enfoque marginal. El derecho a la comunicación es una herramienta para la igualdad y a su vez un instrumento para el empoderamiento de los movimiento sociales.

A quién corresponde defender este derecho
Con el respaldo de estudios e investigaciones, podemos decir que en los medios tradicionales no se respeta el pluralismo ni la diversidad, no hay respeto a la diferencia, los escenarios se presentan de manera arbitraria y parcial. Los medios y periodistas tenemos responsabilidad en lo que publicamos, al igual que en lo que NO publicamos. En esta oportunidad queremos resaltar precisamente las ausencias que impiden la pluralidad y diversidad en los medios, dado que en los medios masivos sigue predominando el mundo del mercado, masculino, heterosexual, los que tienen corbata y membrete oficial, los que supuestamente representan las “buenas costumbres”.

La existencia de leyes de acceso a la información pueden abrir fuentes antes secretas, pero lo importante en todo caso es qué se pregunta y para qué. Porque si los medios continúan con los mismos enfoques de supuesta neutralidad, entonces seguirán legitimando los discursos que no respetan la diversidad ni la pluralidad, invisibilizando a las mujeres, por ejemplo.

Al ser preponderante el enfoque tradicional que califica la trasgresión como un peligro, se anula la visión crítica, reflexiva y analítica, descalificando las opiniones de cambio e iniciativas de igualdad y justicia social. Falta entonces denunciar que la intencionalidad parcial atenta contra el derecho a la comunicación.

Si bien es cierto que defender la libertad de expresión pasa por denunciar las violaciones a la integridad física contra periodistas, y ello siempre hay que hacerlo de manera multisectorial, también hay que señalar a aquellas empresas periodísticas que se alejan de cumplir la función social que les corresponde. Si éstos censuran o tergiversan determinadas informaciones y opiniones, ello es motivo de denuncia por parte de sujetos políticos que defienden su ciudadanía.

Es inadmisible en estos tiempos seguir aceptando de manera pasiva la justificación que no entran las propuestas feministas y étnicas porque no venden, ni que tampoco hay cabida a determinadas denuncias porque van en prejuicio de las empresas que subvencionan a los medios.

Si estamos convencidos que la comunicación es un derecho, es insuficiente seguir en la queja permanente que voces y actuaciones críticas siempre están marginados. No basta con estar molestos por la concentración de los medios ni porque predominan las visiones neoliberales, tenemos que actuar. Al tomar conciencia de que hay medios que están violando derechos no tenemos por qué callar ni resignarnos a que la comunicación se maneje como mercancía. El reto es constituir sujetos políticos que participen para hacer el derecho a la comunicación una realidad y reconozcan que las instituciones del Estado son sus garantes.

A partir de las experiencias que tenemos en la creación y sostenimiento de medios alternativos, los resultados y proyección de observatorios de medios, al igual que en los alcances de redes de periodistas y capacitaciones en el manejo de medios, consideramos que todos esos esfuerzos son válidos y hay que continuarlos, ya que forman parte del ejercicio del derecho a la comunicación. La asignatura pendiente es actuar como sujetos políticos que cuestionen al sistema, por eso tenemos que hacer un repaso crítico a nuestra actuación como periodistas, medios alternativos, proyectos comunicacionales, centros de estudio e investigación y movimientos sociales.

Hoy estamos convocando a construir sujetos políticos que promuevan el ejercicio de la comunicación como derecho mediante estrategias que tengan en perspectiva llegar a la opinión pública y construir alianzas con una agenda que incluya, entre otras, las siguientes propuestas:
Promover la discusión social de la concentración de los medios en Guatemala y las consecuencias que ésta tiene para la vigencia de las libertades ciudadanas, con miras a trabajar a favor de la democratización del espacio público.
Solicitar el apoyo para el periodismo departamental, medios alternativos, comunitarios y públicos.
Facilitar el acceso a grupos específicos a las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
Desarrollar el debate amplio en la prensa nacional de los problemas de censura y autocensura que existen.

Hacemos un llamado a construir un interlocutor que sea escuchado. Aspiramos a que este panel tenga continuidad con líderes y representantes del movimiento social, periodistas, medios y agrupaciones vinculadas a procesos comunicacionales. Lo que queremos señalar aquí es la responsabilidad que tenemos cada uno de los actores, desde el papel que cada uno estamos realizando.

Rechazamos la disyuntiva entre el pensamiento único o que cada cabeza es un mundo, lo que impide la concertación de alianzas. Estamos convocando a formar la Red por el Derecho a la Comunicación, con respaldo en la jurisdicción internacional y, en el caso de Guatemala, también nacional. Esta actividad busca motivar que actores sociales y políticos, con capacidad de propuesta y acción, asuman la defensa del derecho a la comunicación con un enfoque nacional, totalmente relacionado con los principios de igualdad y autonomía, si no se rompe la hegemonía de los medios tradicionales ni se presta atención a los procesos de comunicación no se avanzará en la transición democrática.

* Co-editora de la publicación feminista laCuerda.

martes, 29 de septiembre de 2009

La cultura de la opresión femenina. Sobre el libro: “Mujeres e industrias culturales” de Michèle Mattelart.




















*Comentario sobre el libro “Mujeres e industrias culturales” publicado en 1982 por Michèle Mattelart


Por Miguel Porta



Autor : Mattelart, Michèle.
Títol : Mujeres e industrias culturales.
ISBN : 84-339-0764-6.
Edicio : Barcelona : Anagrama , 1982.
Colacio : 119 p. ; 18 cm.
Col·leccio : Cuadernos Anagrama. Comunicación.


“Mujeres e industrias culturales” -trabajo realizado en 1981 por encargo de la División para el Desarrollo Cultural de la UNESCO- es la última e interesante obra de Michèle Mattelart traducida al castellano. A partir de la hipótesis (suficientemente razonada y demostrada en trabajos anteriores de la autora) de que los media están condicionados histórica y socialmente y que su función es la de responder a las necesidades de un sistema de poder manteniendo la cohesión necesaria, a fin de garantizar el funcionamiento armonioso del cuerpo social y la coexistencia en su seno de los diferentes grupos y clases, Michèle Mattelart se pregunta por la forma de actuar de los media y la cultura de masas sobre la mujer, y por el tipo y función de la imagen de mujer que movilizan estos media.

La tesis de la autora es que la mujer es uno de los blancos predilectos de la comunicación de masas, que intenta, mediante un nuevo orden de representación simbólica, lograr que la mujer cumpla dos funciones generales que el sistema les tiene asignadas: por un lado, a la mujer se le otorgaría la misión de pacificar, equilibrar y resolver ciertas contradicciones especiales del sistema (en familia, educación, etc) mientras que, por otro lado, la mujer debe asumir e interiorizar el papel de pilar de la economía de apoyo (reconstrucción de la fuerza de trabajo mediante el trabajo invisible -devaluado y no pagado- que asegura el funcionamiento del sistema y permite una alta tasa de extracción de plusvalía del trabajo del marido, e indirectamente, también del de la mujer).

Los media, a través de fotonovelas, revistas femeninas, seriales radiofónicos, telenovelas, programas femeninos, etc. (que van evolucionando y adaptándose según los tiempos), se aplican a acompañar la cotidianidad femenina creando u ideal y una imagen de mujer completamente mixtificada mediante la consagración del hogar como lugar natural en donde la mujer “puede liberar mejor sus talentos, desarrollar sus dotes de imaginación y aprovechar todas las facultades que habría desplegado en el exterior”.

Así pues, y como reza el eslogan de una conocida colección de libros femeninos de una multinacional canadiense, la cultura massmediática traslada a la mujer “a un mundo maravilloso del que seréis la única heroína”.

Pero ¿Cuáles son los valores y la concepción del mundo que se transmiten impunemente a la mujer a través de los mensajes bombardeados por los media? La cultura de masas diseñada para la mujer transmite aquellos valores y aquella concepción del mundo que corresponde al sistema de poder capitalista establecido: la recompensa corona a los buenos y virtuosos, exaltación del matrimonio, del sacrificio, del valor, de la abnegación, del deber cumplido, del amor (que puede superar las diferencias de clase), etc.

La solución de los problemas y contradicciones es además, siempre una tarea individual y nunca colectiva, convirtiéndose los media en el lugar privilegiado de cristalización ideológica en el que , en palabras de Mattelart, “se fagocitan los elementos disruptores, se abosorben las representaciones que rompen con la regla e introducen en el desorden”. En resumen, los media son el lugar en donde se reducen las contradicciones sociales y en donde “el orden no necesita hablar de política para hacerla”.

Conviene recalcar que el modelo de mujer que construye y transmite la cultura de masas a través de los media (un modelo, por lo demás, sexista, clasista, urbano e industrial) es perfectamente funcional con las necesidades del sistema y con su evolución, así se consigue, por ejemplo, que las mujeres asuman el valor secundario de su trabajo, tanto del trabajo doméstico como del posible trabajo que puedan realizar fuera del hogar. Es así como la mujer será, sin excesiva dificultad, impulsada o expulsada del trabajo productivo a bajo precio y según convenga a las necesidades de acumulación del capital.

Pero no sólo se consiguen evidentes ventajas en el plano productivo, sino que la inversión ideológica que el capital realiza en la mujer produce sus beneficios en los planos cultural, educativo, político, etc. y no resulta muy difícil manipular a la denominada masa femenina a favor del orden, la familia, la libertad de enseñanza o lo que convenga.

Por lo demás, la cultura massmediática es cada vez más transnacional, siendo en EEUU en donde se puede localizar la fuente de los modelos y patrones de la cultura de masas del capitalismo avanzado, cosa que da lugar a lo que Armand Mattelart calificó en su día de “fase superior del monopolismo cultural”.

Podemos concluir con Mattelart que la cultura femenina lanzada por los media es la cultura de la opresión de la mujer y que tal cultura tiene como misión la de asegurar que la mujer desempeñe un papel “regulador” en la economía capitalista (trabajo doméstico impagado, ejercito laboral de reserva barato y disciplinado, consumismo femenino, etc.) y un papel reproductor de la ideología dominante (interiorización y transmisión de imágenes y símbolos, educación, garantía de equilibrio moral y afectivo, etc.). ¿Alguien puede creer todavía en la neutralidad y asepsia de los mensajes con que se obsequia a la mujer?

Publicado en El País. Año 1982

Mujeres sin voz

Su silenciamiento está globalizado: en el Sur y en el Norte, solo protagonizan el 20-30% de las noticias, y casi siempre como víctimas.

Periodistas, investigadoras y ONGs abogan por un tratamiento mediático que recoja todas las dimensiones y actividades femeninas.

Madrid, 19 abr. (COLPISA, Manu Mediavilla)




Entre silenciadas y silenciosas. Así se perfilan las mujeres en la mayoría de medios de comunicación, tanto de los países en desarrollo como del mundo rico. Lo han constatado con preocupación periodistas, investigadoras y organizaciones no gubernamentales en una Jornada sobre Género y Medios de Comunicación convocada por la campaña ‘Muévete por la Igualdad. Es de justicia’ que llevan adelante las ONGs Ayuda en Acción, Entreculturas e InteRed. Pero han desbordado el lamento para proponer una solución en clave de periodismo básico: dar un tratamiento informativo proporcionado que recoja todas las dimensiones y actividades femeninas.

La idea, como subrayó la profesora de la Universidad de Deusto María Pilar Rodríguez, se justifica por la enorme influencia de los medios sobre la visión ciudadana de la realidad: hasta un 70% de personas los utiliza “como fuente exclusiva” en temas como la violencia machista. De ahí la necesidad de un nuevo “modelo informativo en el que desaparezca el patrón de las mujeres como víctimas y sujetos pasivos”, pero también el enfoque de “dos extremos, las víctimas y las directivas”.

Calidad informativa

El reto, que debería apoyarse en una buena formación en género desde el primer nivel universitario, lo remachó la mexicana Sara Lovera desde el Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe (SEMLAC): “Lo importante es ser buenas y buenos periodistas, mirar de otra manera la realidad. No trabajamos con ‘las pobrecitas’, no debemos excluir a las actoras que están construyendo la sociedad. Basta con hacer periodismo, a secas”. O, dicho con palabras de Karmele Jaio, responsable de prensa de Emakunde (Instituto Vasco de la Mujer), “es cuestión de calidad de la información, de exigencia profesional, de quebrar las rutinas” que hacen repetir notas oficiales y dejar sin consultar a protagonistas directos de la noticia.

La jornada, que arrancaba con un análisis sobre “las mujeres y el Sur en el discurso informativo” para plantear “herramientas para un periodismo con perspectiva de género”, enseguida concluyó que el silenciamiento noticioso de la población femenina está globalizado. Si la reportera mexicana Sanjuana Martínez limitaba al 20% la información protagonizada por mujeres en los medios latinoamericanos -y repleta además de “clichés, estereotipos, violencia de género, frivolidades y farándula”-, Jaio relativizaba la “percepción igualitaria sobre los países nórdicos” con un dato televisivo de Finlandia que cifraba aquel protagonismo femenino en el 21%.

Discurso en masculino


La realidad de la mitad de la población también está, pues, desenfocada en el Norte desarrollado que presume de libertades de prensa y expresión. Y aunque el ejemplo finlandés citado por la portavoz de Emakunde subía hasta el 31% al contabilizar a las TV públicas de Noruega, Holanda y Alemania incluidas en el mismo estudio europeo “Screening gender” que sirvió de base para una “Guía de buenas prácticas sobre género en televisión”, los datos no se apartaban mucho de los estereotipos discriminatorios. Las mujeres lograban su mayor protagonismo informativo en temas de relaciones humanas (49%), salud (45%) y familia (44%), pero sus “voces autorizadas” apenas se dejaban oír en un 17-21% de casos, frente a un abrumador 80% largo de “expertos” masculinos.

Mientras ellas quedan “silenciadas o silenciosas”, excluidas por completo o asomándose “en un papel secundario y hasta decorativo”, añadía Jaio, “los hombres se llevan el tiempo de discurso”. Pero no solamente en cantidad (las mujeres no pasan del 31%), sino también en calidad, en los pequeños-grandes detalles que agigantan la desigualdad: ellas son “interrumpidas más que los hombres”, mientras ellos son “invitados más veces a hablar” e intervienen “con más frecuencia sin darles la palabra”. Por no hablar de aspectos formales discriminatorios, desde llamarlas por su nombre de pila hasta insistir en su vestuario o sus responsabilidades familiares, que no se plantean a sus colegas varones.

Discriminación viscosa”

La secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez, había hablado de esa “discriminación viscosa” que se desparrama por todos los ámbitos de la vida social y privada y que “convierte en información la no información” anecdótica y “de posado” de las esposas de los mandatarios reunidos en la reciente cumbre del G-20. Porque no se trata simplemente, como hizo notar la periodista y fundadora de Mujeres en Red, Montserrat Boix, de hablar de la población femenina, sino de hacerlo “de los derechos de las mujeres y de la igualdad”. Y con rigor, para lo cual sugirió un mayor activismo feminista y profesional periodístico “para ejercer el derecho de la ciudadanía a la información”.

Fuente: http://www.mujeresenred.net/

viernes, 25 de septiembre de 2009

Judith Butler, "El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad"


Judith Butler (24 de febrero de 1956 –) es una filósofa post-estructuralista y profesora del departamento de retórica y literatura comparada de la Universidad de California, Berkeley, que ha realizado importantes aportaciones en el campo del feminismo, la teoría Queer, la filosofía política y la ética.
Autora de El Género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad (1990) y Cuerpos que importan. El límite discursivo del sexo (1993), ambos libros describen lo que hoy se conoce como Teoría Queer.
Una de las contribuciones más destacadas de Butler es su teoría performativa del sexo y la sexualidad. Tradicionalmente, el constructivismo ya nos hablaba de la construcción del género, es decir, que las categorías femenino y masculino, o lo que es lo mismo, los roles de género son constructos sociales y no roles naturales. Pero Butler sobrepasa el género y afirma que el sexo y la sexualidad lejos de ser algo natural son, como el género, algo construido. Butler llega a esta conclusión basándose en las teorías de Foucault, Freud y sobre todo de Lacan. De este último parte al hablarnos de lo "forcluido", es decir, de aquellas posiciones sexuales que suponen un trauma el ocuparlas. Y ante el miedo a ocupar alguna de estas, el individuo se posiciona en una heterosexualidad falogocéntrica, es decir, una heterosexualidad regida por la normativa del imperialismo heterosexual masculino en la que asumir la sexualidad hetero implica asumir un sexo determinado. Aparte de El género en disputa y Cuerpos que importan, Judith Butler también es autora de otros títulos, entre ellos Mecanismos psíquicos del poder (1997), El grito de Antígona (2000), Contingencia, hegemonía, universalidad (2000, diálogo a tres bandas con Slavoj Zizek y Ernesto Laclau), La mujer y la transformación social (2003), Vida precaria (2004) y Deshacer el género (2004).
El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad

Judith Butler es una de las feministas de referencia en el panorama filosófico actual y El género en disputa es un texto indispensable para el movimiento feminista.

El género en disputa, obra fundadora de la llamada teoría queer emblema de los estudios de género como se conocen hoy en día, es un volumen indispensable para comprender la teoría feminista actual: constituye una lúcida crítica a la idea esencialista de que las identidades de género son inmutables y encuentran su arraigo en la naturaleza, en el cuerpo o en una heterosexualidad normativa y obligatoria.

Libro interdisciplinario que se inscribe simultáneamente en la filosofía, la antropología, la teoría literaria y el psicoanálisis, este texto es deudor de un prolongado acercamiento de la autora al feminismo teórico, a los debates sobre el carácter socialmente construido del género, al psicoanálisis, a los estudios pioneros sobre el travestismo, y también a su activa participación en movimientos defensores de la diversidad sexual.

Así, con un pie en la academia y otro en la militancia, apoyada en su lectura de autores como Jacques Lacan, Sigmund Freud, Simone de Beauvoir, Claude Lévi-Strauss, Luce Irigaray, Julia Kristeva, Monique Wittig y Michel Foucault, Butler ofrece aquí una teoría original, polémica y desde luego subversiva, responsable ella misma de más de una disputa.

Judith Butler es la autora de uno de los libros más influyentes del pensamiento contemporáneo,El género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad, donde ya en los años noventa ponía en jaque la idea de que el sexo es algo natural mientras el género se construye socialmente. Sus trabajos filosóficos, complejos y muy difíciles de divulgar sin desvirtuar, han contribuido a construir lo que hoy se conoce como Teoría Queer y tuvieron un papel fundacional en el desarrollo del movimiento queer. Esta breve guía se detiene en puntos clave de su pensamiento.

1- Butler y su giro copernicano

Ese giro se produce en torno del género y marcó la evolución de las concepciones que se venían teniendo al respecto dentro del feminismo. Cuando en 1990 publica El género en disputa, las ideas se dividían a grandes rasgos entre las que entendían al género como la interpretación cultural del sexo y aquellas que insistían en la inevitabilidad de la diferencia sexual. Ambas presuponían que el “sexo”, entendido como un elemento tributario de una anatomía que no era cuestionada, era algo “natural”, que no dependía de las configuraciones sociohistóricas.

Butler plantea que el “sexo” entendido como la base material o natural del género, como un concepto sociológico o cultural, es el efecto de una concepción que se da dentro de un sistema social ya marcado por la normativa del género. En otras palabras, que la idea del “sexo” como algo natural se ha configurado dentro de la lógica del binarismo del género.

2- Judith en el principio de los movimientos queer

Este planteamiento, a partir del cual el sexo y el género son radicalmente desencializados, desestabilizó la categoría de “mujer” o “mujeres”, y obligó a la perspectiva feminista a reconcebir sus supuestos, y entender que “las mujeres”, más que un sujeto colectivo dado por hecho, era un significante político. Al mismo tiempo, esta aguda desencialización del género, la idea de que las normas de género funcionan como un dispositivo productor de subjetividad, sirvió de fundamento teórico y dio argumentos y herramientas a una serie de colectivos, catalogados como minorías sexuales, que también, junto a las mujeres, eran (y continúan siendo) excluidos, segregados, discriminados por esta normativa binaria del género. En este sentido, el giro copernicano de Butler ayudó mucho al impulso y la expansión de los movimientos queer, y también trans e intersex.

3- Y el sexo..., ¿dónde está?

La impronta de Michel Foucault, y en particular su trabajo en la Historia de la sexualidad, es evidente. Ahora bien, si en el caso de Foucault el dispositivo de la sexualidad no tiene en cuenta el género, para Butler es esencial. A partir de Butler el género ya no va a ser la expresión de un ser interior o la interpretación de un sexo que estaba ahí, antes del género. Como dice la autora, la estabilidad del género, que es la que vuelve inteligibles a los sujetos en el marco de la heteronormatividad, depende de una alineación entre sexo, género y sexualidad, una alineación ideal que en realidad es cuestionada de forma constante y falla permanentemente.

Es importante insistir en que Butler no quiere decir que el sexo no exista, sino que la idea de un “sexo natural” organizado en base a dos posiciones opuestas y complementarias es un dispositivo mediante el cual el género se ha estabilizado dentro de la matriz heterosexual que caracteriza a nuestras sociedades. Puesto en otros términos, no se trata de que el cuerpo no sea material, no se trata de negar la materia del cuerpo en pos de un constructivismo radical, simplemente se trata de insistir en que no hay acceso directo a esta materialidad del cuerpo si no es a través de un imaginario social: no se puede acceder a la “verdad” o a la “materia” del cuerpo sino a través de los discursos, las prácticas y normas.

4- El género como performance

Antes que una performance, el género sería performativo. Esta diferencia entre pensar al género como una performance y pensar en la dimensión preformativa del género no es trivial. Decir que el género es una performance no es del todo incorrecto, si por ello entendemos que el género es, en efecto, una actuación, un hacer, y no un atributo con el que contarían los sujetos aun antes de su “estar actuando”. Sin embargo, en la medida en que este performar o actuar el género no consiste en una actuación aislada, “un acto” que podamos separar y distinguir en su singular ocurrencia, la idea de performance puede resultar equívoca. Hablar de performatividad del género implica que el género es una actuación reiterada y obligatoria en función de unas normas sociales que nos exceden. La actuación que podamos encarnar con respecto al género estará signada siempre por un sistema de recompensas y castigos. La performatividad del género no es un hecho aislado de su contexto social, es una práctica social, una reiteración continuada y constante en la que la normativa de género se negocia. En la performatividad del género, el sujeto no es el dueño de su género, y no realiza simplemente la “performance” que más le satisface, sino que se ve obligado a “actuar” el género en función de una normativa genérica que promueve y legitima o sanciona y excluye. En esta tensión, la actuación del género que una deviene es el efecto de una negociación con esta normativa.

5- Poderes y políticas

Hablar de género es hablar de relaciones de poder. Hay que tener muy en cuenta que en esta negociación, el no encarnar el género de forma normativa o ideal supone arriesgar la propia posibilidad de ser aceptable para el otro, y no sólo esto, sino también, incluso, supone arriesgar la posibilidad de ser legible como sujeto pleno, o la posibilidad de ser real a los ojos de los otros, y aun más, supone en muchos casos arriesgar la propia vida. En este sentido, la oportunidad política a la que abren los señalamientos de Butler se debe a que si el género no existe por fuera de esta actuación, y las normas del género tampoco son algo distinto que la propia reiteración y actuación de esas mismas normas, esto quiere decir que ellas están siempre sujetas a la resignificación y a la renegociación, abiertas a la transformación social. Estas normas que son encarnadas por los sujetos pueden reproducirse de tal modo que la normas hegemónicas del género queden intactas. Pero también estas normas viven amenazadas por el hecho de que su repetición implique un tipo de actuación que pervierta, debilite o ponga en cuestión esas mismas normas, subvirtiéndolas y transformándolas. Esta inestabilidad constitutiva de las normas es una oportunidad política.

6- La aparición de la homosexualidad

En paralelo con otras autoras que también han revisado el hecho de que las ideas que conlleva el género han sido tributarias de la matriz heterosexual -como por ejemplo Monique Wittig, Adrienne Rich o Gayle Rubin- los planteamientos de Butler apuntan a señalar que los ideales de masculinidad y feminidad han sido configurados como presuntamente heterosexuales. Si desde el esquema freudiano, por ejemplo, se parte de la idea normativa de que la identificación (con un género) se opone y excluye la orientación del deseo (se deseará el género con el cual no nos identificamos) -identificarse como mujer implicaría que el deseo debería orientarse hacia la posición masculina, y viceversa-, Butler planteará que esto no es necesariamente así. (Este es el prejuicio que permite entender el hecho de que históricamente se haya pensado en la idea de que un hombre que desea a otros hombres tenderá a ser necesariamente afeminado, y lo mismo en el caso de las mujeres, que si desean lo femenino, esto deberá asociarse con la identificación con lo masculino)

7- La ley del deseo

Desde el punto de vista de Butler, deseo e identificación no tienen por qué ser mutuamente excluyentes. Y aún más, ni siquiera, ni tampoco, éstos tendrían por qué ser necesariamente unívocos. No hay ninguna razón esencial que justifique que una debe identificarse unívoca e inequívocamente con un género completa y totalmente. Asimismo, tampoco habría ninguna necesidad en que una deba orientar su deseo hacia un género u otro. Tal es el caso por ejemplo de la bisexualidad.

En tanto ideales a los que ningún sujeto puede acceder de forma absoluta, masculinidad y feminidad pueden ser -y de hecho son- distribuidos, encarnados, combinados y resignificados de formas contradictorias y complejas en cada sujeto. Y no hay encarnaciones o actuaciones de la feminidad o de la masculinidad que sean más auténticas que otras, ni más “verdaderas” que otras. Lo que habría, en todo caso, son formas de negociación de estos ideales más sedimentados, y por ende naturalizados o legitimados que otros, lo que consecuentemente los vuelve “más respetables” de acuerdo con un imaginario social que continúa siendo primordialmente heterocéntrico.

lunes, 27 de abril de 2009

Evaluación

Para aprobar la asignatura los alumnos deberán cumplimentar las siguientes instancias, que conforman una evaluación global:

asistencia al 80 % de las clases teórico - prácticas dictadas;
· aprobación del parcial y un trabajo práctico;
realización y aprobación del trabajo final


Para aprobar la promoción (abierta a la totalidad de los alumnos que quieran y puedan acceder a ella) la calificación mínima es de 7 (siete) puntos sobre un total de 10 (diez).

Objetivos

- Aportar al cursante herramientas para poder mirar con enfoque de género las prácticas comunicativas.
- Proporcionar una mirada critica para el debate y el análisis de la temática de género en relación con las políticas públicas y los proyectos que procuran la transformación social desde América Latina.
- Producir sentidos en torno a la temática de género para la gestión de comunicación en el contexto latinoamericano.

Programa de contenidos y bibliografía

Primer módulo:
Género y comunicación nociones generales
- La crisis del paradigma científico – filosófica de la Modernidad: nuevas posibilidades de pensar la comunicación.
- El género como construcción cultural de la diferencia sexual. Una mirada hacia los lugares comunes de la enunciación.
- La comunicación: producción de sentidos y construcción de saberes desde la perspectiva de género.
- Lo cultural y lo político en la perspectiva de género.
Tiempos: 4 clases

Bibliografía obligatoria:

Capra, Fritjof. “El punto crucial. Ciencia, Sociedad y Cultura naciente”. Capítulo: El cambio de rumbo. Pág. 21 a 53. Editorial Troquel. 1992
Cremona, Florencia. “La gestión de la comunicación en las organizaciones”. Instituto de Cooperación Iberoamericana. Panamá. 2008
Lamas, Marta (comp.) El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. Editorial PUEG-UNAM.1998
Undabarrena, Klara Alfonso. “Herramientas de capacitación para la equidad de género”. 2005.

Bibliografía complementaria:
Morin, Edgar. “Introducción al pensamiento complejo”. Parte 3, pág 87 a 109. Editorial Gedisa. Barcelona. 2004.

Segundo módulo:
El género en los medios de comunicación.
- Representaciones de las feminidades y masculinidades, lo gay, los trans en las diversas expresiones comunicacionales.
- La agenda de los medios en la construcción de la diferencia.
- Los medios alternativos. Debates y campañas en torno al género

Tiempos: 3 clases

Bibliografía obligatoria:

Morales, Laura. “El cine y el video y su articulación con el movimiento en contra del feminicidio en Ciudad Juárez, México”. En: Cremona, Florencia “Comunicación para el cambio social en América Latina”. Edulp.
Cremona, Florencia. “El género en la vida cotidiana: mucha tela para cortar”. Revista Trampas de la Comunicación y la Cultura. Ediciones de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (en prensa).

Genera Encuentros. “Gènero y Comunicaciòn” articulo publicado en la web. http://www.americalatinagenera.org.
Dilon Marta, Los temas de género en la agenda de los medios. La experiencia del suplemento de mujeres , las 12del diario página 12 en género y comunicación.

Festa Regina “ gender , mainstreaming y comunicación. En Las mujeres en los medios masivos y la agenda política. Autores Varios. Edición Fundación Ever en Argentina.


Tercer módulo:
Género y construcción política

- Lo local y lo global en perspectiva de género
- Inequidad y género, las cifras del malestar
- Conferencia mundial sobre la Mujer y los compromisos de los gobiernos latinoamericanos: los compromisos inconclusos.
- Iniciativas de género a nivel latinoamericano: principales debates del campo.
- Participación y políticas públicas hacia una gestión con equidad


Bibliografía obligatoria:

De Beavouir, Simone. “El segundo sexo”. Selección. Ediciones Cátedra Universidad de Valencia. Instituto de la Mujer. 2005.
De Souza Silva José y otros. “El arte de cambiar las personas que cambian las cosas”. Capítulo 1. Pág 21 a 45. Red Nuevo Paradigma. Quito. 2005
Palmiero María José. “Algunas notas para el feminismo global: mujeres, cultura e igualdad.”En: Feminismos de París a La Plata. Femenías, María Luisa. Editorial Catálogos. 2006
Memoria del Primer Encuentro Continental de Mujeres: La transformaciones se construyen con propuestas de mujeres. Compa Convergencia de Movimientos Indígenas. Nicaragua. 2004


Estrategia de enseñanza y aprendizaje

La perspectiva metodológica del seminario tendrá una modalidad teórica práctica, donde el docente estimulará la construcción permanente de mensajes propios por parte de los alumnos y la experimentación de lo aprendido.
Se trabajarán los aspectos conceptuales que se presentan en los distintos módulos, al mismo tiempo que se abordan procesos de reflexividad sobre las prácticas cotidianas que desarrollan los y las participantes.
La lectura, análisis y comprensión de los textos obligatorios tiene por objeto la profundización temático-conceptual y la construcción del marco referencial para dialogar y adquirir una mirada crítica en relación a la temática de género en los procesos comunicacionales.
Con ese fin, se propone la realización de una evaluación parcial centrada en las lecturas realizadas durante la cursada y de un trabajo práctico de análisis de diferentes materiales periodísticos y audiovisuales. Se estimulará también, y será condición para la aprobación de la cursada, la realización de un trabajo final cuyas características se detallarán en un texto aparte.

Propósitos

Los propósitos de esta Cátedra son:

1 Brindar elementos para contribuir a una lectura de los procesos sociales con perspectiva de género;
2 Identificar desde la comunicación los sentidos que se generan en relación al género en los procesos sociales;
3 Producir una lectura crítica de los lenguajes que se producen desde los medios masivos de comunicación desde la perspectiva de género;
4 Construir críticamente una mirada de políticas públicas con perspectiva de género en los procesos sociales de América Latina.
5 Reflexionar y construir un enfoque de género para el desempeño profesional del comunicador, reconociendo en dicho tópico una línea estratégica para la transformación social;

Marco Referencial

Actualmente y desde mitad de los ´90 se ha tomado como iniciativa principal en proyectos de comunicación, desarrollo y educación para nuestra región latinoamericana, trabajar desde el enfoque de género. Si decimos que sin comunicación no hay desarrollo podríamos agregar que si la comunicación no tiene un enfoque de derechos (de género) tampoco hay desarrollo.
Siguiendo en esta línea de reflexión, trabajar para la transformación social con enfoque de género y desde la comunicación supone identificar y promover prácticas que tiendan a este propósito.
Desde la comunicación con enfoque de género nos atrevemos a explorar y a decir que nos importa identificar y promover las prácticas emergentes al diálogo de la gestión para la transformación social. Ocurre que la falta de una perspectiva de género opera como una marca más o menos oculta para reproducir el malestar en las relaciones cotidianas y en esto la comunicación juega un rol fundamental.
En la Conferencia Mundial de las Mujeres celebrada en Beijing China en 1995, los gobiernos participantes se comprometieron al trabajo a favor de mejorar las condiciones de vida de las mujeres que en nuestro continente latinoamericano siguen siendo de analfabetismo, pobreza, salud y menor acceso al mundo del trabajo Trece años después, podemos decir que el trabajo que resta es mayor del esperado por aquellas consignas y que el abordaje debe hacerse desde la educación para brindar en todo ámbito de construcción de saberes la perspectiva de género.
En ese entonces y ahora, se consideró a los medios como punto estratégico para trabajar el enfoque de género que atraviesa a todas las prácticas de la vida cotidiana y que tiene una fuerte impronta en las construcciones de políticas publicas.
Trabajar género comprendido como la construcción cultural de la diferencia sexual, es trabajar a favor del acceso y participación en las manifestaciones de la vida cultura, la libertar de expresión, el derecho a la información, la educación y esparcimiento sin restricción ni diferencia según se seamos mujeres o varones.
Con toda esta consideración estimamos básica en la formación integral del comunicador una mirada desnaturalizada y crítica de los lugares comunes de nuestra sociedad que a veces son más responsables de los que parecemos del cambio que buscamos y que cuesta conseguir.